23 octubre, 2011

Somos tres en la vida: Lo muerto, Yo y el camino.

Encuentro en lo alto del aire todo el paisaje que me falta. La luz que no entiendo si no es para dar sombra. Mamá perdoname, nunca te honré ni nada, nunca quise ser buena para vos. Me acuerdo lo que es acariciarte y te extraño mami. Despertá, despertemos, seamos lo que fuimos. Seamos libres para amarnos en el ahora, acá y ahora, en todas partes. No quiero ser feliz lejos, no puedo arrancarme lo que siento. Te quiero traer a casa, quiero caminar con vos, quiero que te salga abrazarme y acariciar mi pelo como antes. No me gusta que llores, que sufras.
A veces sueño que cantas otra vez, con la sonrisa esa que ilumina a la mañana, que calienta el alma. Cuando te pones orgullosa de mi y de todo lo que soy me lleno de felicidad, ¿Qué oscuridad nos trajo hasta acá? Cada vez estamos más contaminados, aún más corrompidos. A casa cada vez vamos menos y ya ni la llamamos casa, dista de ser ese hogar que recuerdo. Esas charlas llenas de risas y voces, todas familiares. Yo no te conozco, cambiamos, vos a mi tampoco. Me miras y te miro desde lejos desde afuera, desde adentro. Para vos dejé de ser esa nena que te alegraba, "mi sol" me decías con tus ojitos brillando, me encantaba esa fuerza. Lo que me ayudaste sin darte cuenta, como me animé a seguir porque sabía que alguien iba a estar preguntandome como me fue cuando volviese, un chocolate caliente en días de invierno. Recuerdo que solo era a vos lo que necesitaba, nuestras siestas, upa y ese sentimiento de comodidad, de estar en casa.
Te extraño y me encantaría que vuelvas, que volvamos, pero ultimamente las cosas no regresan y se que el camino se va alejando, rápido y sin mirar atrás.