Cerrar los ojos es perder, perdí. Soñé con vos y no te elegía, haría lo mismo despierta. Creo que hay verdad y que hay amor, de todas maneras. Amor por vos de algún tipo, de alguna clase.
Lo que más me tiene dándole vueltas al asunto es que vos no te enojabas, ni me pedías que cambie de parecer. Vos te sentabas conmigo a la noche y charlábamos, como viejos y eternos amigos.
En esa época yo era un desastre igual que vos. Todo el desorden vino de tu mano, y a veces lo extraño. El caos enamora a cualquiera y, sin embargo, termina por ahogar.
Finalmente te vi, en un lugar que no esperaba. Me agarró tan de sorpresa que no supe que hacer ni que decir. Quería preguntarte de todo, charlar, reírme, recordar viejos tiempos. No pude, me parece que hasta te di un mensaje equivocado. Me parece que pensaste que no quería estar ahí, y en parte tuviste razón. No era que no quería verte, solo que no estaba lista, menos delante de toda esa gente.
Años más tarde decido hablarte. Solo para enterarme si esta parte que existe en mí también lo hace en vos. La respuesta no me satisfiso. Diez minutos de charla para entender que me tengo que dejar un poco de joder con mi necesidad de estar en más de un lugar a la vez.
Teorizo, hipotetizo, no es que extrañe algo de vos. Extraño sentir que en este momento no soy todo lo que puedo ser, es solo una cara (lado y rostro). Pensar que soy esta porque elijo serlo, todos los días. Sin embargo, un rato cada día me cambiaría por cualquiera, me despediría hacia alguna parte distinta del mundo.
Hace mucho igual que no estoy tan entusiasmada con algo que voy a hacer. Sé que puedo estar contenta, aunque sea jodido estar conciente de ello todo el tiempo.