No paro de pensar en tu sonrisa y en el momento en el que voy a tener que volver a casa. Nuestra casa.
La de horas que pasamos poniéndola linda cuando nos mudamos. Lo felices que fuimos y lo nerviosos que estábamos cuando la compramos.
Tus cosas, mis cosas. Todas mis cosas son nuestras cosas, estás en todos mis momentos (pasados y, por ahora, futuros)
Solo tengo que sobrevivir, y si no sobrevivo también messirve.
Escribo, borro, vuelvo a escribir.
Escribo como modo de escape, para poder soltar los pensamientos que a veces atormentan.
Las decisiones y las acciones son más fáciles de sostener cuando la mente carbura en sintonía.
Le hice una canción a esos amores que no fueron, pensando en vos. Lo enmascaré como pude y solté barras que espero no sean ciertas.
Me es urgente que algo de lo mio te sea urgente. Podría ponerle énfasis a todo lo que quiero y me hace bien, simplemente a veces no se bien de qué se trata eso.
Hay dos creencias totalmente opuestas que me operan. Por un lado la necesidad de vivir mi vida tomando riesgos, apostando por las experiencias y lo que tengan para enseñarme. Por el otro, una desesperación por evitarme cualquier sufrimiento. En definitiva, cualquier decisión tiene su costo y ya caminé bastante por terreno pantanoso. Es o tu turno, o el de ninguno.
No me gustan las medias tintas, quiero que te mueras de amor al mirarme.
Vuelvo a estas palabras inéditas, cuanto crecí. Mientras estaba rota, quebrada, abrumada, vos ya estabas en otros brazos, espejo de otra risa.
Algunos le dicen Karma, yo solo pienso en la causa-consecuencia.
Ahora entiendo que cuando pedí tu socorro y no obtuve respuesta fue porque estabas en (con) otra. Que cuando un año más tarde el destino me arrimó a vos, pasó lo mismo. Ni viaje, ni inconveniente, ni dolor, ni pena, ni arrepentimiento, ni miedo. Mentira.
Peor aún tener que escuchar excusas y consolar tu llanto (ahí sí te pareció pertinente).
Ya está, no más. Cambié de opinión y de sentimiento.
Supongo que esto es aprender.